Una Ceremonia cotidiana

En la granja de Manuel, cada mañana alrededor de las 11h., se repite una rutina: cubo en mano, Manuel entra en el redil y ordeña a mano cuidadosamente, una a una, sus ovejas. Así obtiene la leche que posteriormente lleva a la cooperativa para su venta. Con la leche que aportan los socios se elaboran diferentes productos derivados de esta leche, como quesos o yogures, alguno de ellos con la etiqueta de ecológicos.



Escuchar con auriculares y volumen medio

Pedro Montesinos: perete.montesinos@gmail.com


Ficha técnica: 08-2013. 11:00 h.
Coord. (lat./long.): 27,7992 /-17,9527
Alt.- 860m. Temp. 22-24Cº Orient. suroeste
Equipo Marantz PDM660/AT ST825/ Rycote WJ4

Comentario a la grabación

Manuel nos recibe en la quietud de su granja. Únicamente los ladridos de sus perros, que le advierten de nuestra incursión en su territorio, altera la tranquilidad del lugar, envuelto por el canto de algún pájaro, el vuelo fugaz de las omnipresentes moscas, el tintineo ocasional de los cencerros de sus animales o los vaivenes del viento que agita las hojas y ramas de los árboles y arbustos que rodean este rincón de la isla.

00:00 Los pasos de Manuel sobre la tierra blanda nos adentran lentamente en el pequeño redil en el que mantiene a su rebaño reunido para continuar con su labor.
El chirrido de un grillo irrumpe discreto junto a algún balido, los pasos, resoplidos y demás voces de las ovejas (grandes y pequeñas), el canto de algún pájaro lejano… Unos y otros se van alternando y sucediendo de manera indeterminada y cacofónica, arropados por el manto que se extiende sobre ellos cuando el viento, suave pero continuo, variable pero moderado,  agita y zarandea hojas, ramas…
00:58 Manuel, algo resfriado, intenta capturar a otra oveja… Con la voz trata de tranquilizar al animal para que entienda que es su momento. Y comienza el ceremonial...
Los chorros de leche salen de las ubres, delicadamente masajeadas, con fuerza, alternándose casi sin solución de continuidad. Al encontrarse con el cubo éstos describen un ritmo constante, y hasta una presión regular. El grillo intercala su chirrido punteando una mañana más… Tras algunos segundos, las extracciones se ralentizan... y se disipan…  antes de liberar al animal.
02:00 El golpe que da el asa en el cubo, una vez depositado éste en tierra firme, nos avisa de una nueva secuencia…, 1,2;1,2;1,2, 1,2, 1… 2…
02:40 Y otra vez...
03:05 Manuel se levanta y se acerca, con el cubo prudentemente medio lleno, hasta la lechera en la que vacía, con la misma decisión con la que lo extrae, el preciado elixir que, como pocos, nos concede la vida. La tapa y continúa su faena...
03:50 El viento no quiere perderse este momento y agita las hojas que se sacuden en un sutil crepitar que aumenta con la mayor intensidad del viento y se relaja cuando éste se desvanece.
04:27 La racha no se disipa totalmente y vuelve aunque con menor fuerza a sacudir las hojas que envuelven los chorros sistemáticos y acompasados del ceremonial...
05:40 Y vuelve a hacerse presente de una manera suave, mientras Manuel continúa atrapando ovejas, agachándose tras ellas y estrujando, de forma delicada pero frime, sus ubres. Esa rutina, redundante y ancestral, es la que nos permite obtener la leche que las hembras gestantes producen para amamantar a sus crías.
06:03 Ahora le toca el turno a “Josefa” que no parece muy predispuesta. Antes tiene que vaciar otros sistemas de almacenamiento de líquidos y orinar (cada cosa a su tiempo).
06:28 Una vez que el cubo está en posición, el ordeño se inicia, alterno, repetitivo, decidido, entre balidos, alguna mosca, voces de pájaros lejanos con diferentes cantos y el incesante rumor, ahora discreto, del viento.
07:11 Uno de los perros se ha acercado, camuflado con los chorros de leche, hasta la valla del redil. Con la ralentización del chorreo desaparece su máscara justo cuando se rasca compulsivamente...
07:53 Manuel intenta atrapar otra oveja que trata de zafarse de él. Pero son reducidas las posibilidades y en pocos pasos se escucha, una vez más, caer el asa… y, de nuevo, vuelven los chorros de leche a llenar el cubo.
Y el viento vuelve a aparecer… y los balidos, las moscas, lo pájaros intercalan su contrapunto...
08:40. Esta vez la oveja que va ser ordeñada está más alejada y los chorros no impiden que lleguen hasta aquí sonidos más sutiles, aunque sobre todos se impone el balido impetuoso de una oveja que parece llamar a una cría. Ésta le contesta desde una cierta distancia...
En algunos momentos se pueden escuchar balidos muy alejados, de otras granjas… También el ladrido de los cuidadores de aquel otro rebaño, tratan de colarse por los resquicios que dejan los sonidos más cercanos y presentes. Cuando éstos se lo conceden.
El ritual continúa, y continuará, inflexible, entrelazando la veneración y la cotidianidad; la rutina mecánica casi industrial industrial y la devoción mística de la obtención del elixir de la vida…
Otros enlaces del autor
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