El Pozo de Las Calcosas: a solas con el océano.



El Pozo de Las Calcosas, en la costa norte, es uno de los lugares más impresionantes e increíbles de la Isla. Para llegar a este paraje enigmático y sorprendente se sigue la carretera Hi-5 y, a la altura del Mocanal, se entra por la Hi-100 que termina en este rugiente enclave que parece un ejercicio de la imaginación y que no siempre es accesible por el permanente riesgo de desprendimientos.


A solas con el océano (Escuchar con auriculares y volumen medio)

Pedro Montesinos.- perete.montesinos@gmail.com


Ficha técnica: 27/08/2016. 12:30h.
Loc. (log/lat): 27.840655, -17.946867
Alt.:2m. Temp.:22-24 ºC Orient.:Norte
Equipo:ZoomH4n/RodeNT55MP/Rycoteminiball


Comentario a la Grabación

Sobre una lengua de lava (laja) que se adentra varias decenas de metros en el océano, y cerrado por un acantilado de alrededor de 80m. de altura, el conjunto de casas que allí se levantan, muchas siguiendo técnicas tradicionales, constituyen un lugar inhóspito pero atractivo a partes iguales. El rugido incesante de un océano que choca violentamente con la roca volcánica recorre la superficie de lava solidificada, irregular y rugosa pero continua. Se inicia mar adentro, en primera línea alcanza su mayor intensidad, pero también los incontables recovecos, huecos, grietas y desniveles ayudan a generar un auténtico recital sinfónico a merced de las mareas, las corrientes, los vientos...

(00:00) No hay tiempo de reposo en la zona baja del Pozo de las Calcosas: poderosos rugidos, envolventes siseos, rumores fluctuantes, imprevistas explosiones o salpicaduras sutiles, chapoteos furtivos y hasta microgotas pulverizadas que se dispersan en el aire… Todo el repertorio imaginable de estados y formas que se generan en el encuentro entre la inmensidad líquida y el magma solidificado lo encontramos en este formidable y sorprendente paraje. Y no cesará...

(04:40) Apenas un silbido y algunas voces intuidas emergen del denso mar de frecuencias que se genera y con el que los vecinos conviven cada día y cada instante… Así es difícil, casi imposible, hablar o escuchar cualquier otra cosa y lentamente vas entrando en un estado introspectivo, íntimo, inevitablemente inducido por un océano que todo lo ocupa, que todo lo domina y que todo lo puede. Una situación que invita a leer o a escribir… a pintar... a soñar...  y alguna vez (cuando la marea no lo impide), a flotar en el pequeño embalse creado para hacer posible el baño. Pero siempre y en todo momento, envuelto por una y mil olas que percuten más cerca o más lejos, por uno y mil chorrillos que discurren al adentrarse y al retroceder, por una y mil gotas que chapotean aquí y allá, por una y mil corrientes que inundan la laja, que se retiran y que, poco después, la vuelven a inundar... Y no cesará...

(07:44) Una ola algo más potente choca violentamente con la roca y, tras el primer encontronazo con la materia sólida, se apodera de la laja. Parece que puede llegar a mis pies, pero el rugoso y ondulado suelo frena su avance a varios metros de distancia. Por un instante trato de imaginarme una tormenta, un temporal... pero no soy capaz.

(09:30) Las voces de unos niños se esfuerzan por hacerse un lugar en el paisaje, pero a penas se perciben, engullidas en el atronador vaivén. Poco pueden hacer...
 
Y sigue la agitada alternancia, la sucesión y el enmascaramiento de los mil y un matices que se aprecian en un lugar que intimida y, posiblemente por esa misma razón, encanta.

Y no cesará...


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Twitter: @pemonblas

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