Un nuevo paso por El Hierro


La última visita a El Hierro para seguir ampliando las grabaciones con las que va creciendo el Archivo de Paisaje Sonoro de El Hierro (APSEl Hierro) ha sido un tanto extraña. Y no lo puedo atribuir a cuestiones externas, creo que ha sido un viaje en el que no he terminado de estar fino (al menos esa es mi sensación). Me ha costado encontrar el momento de sacar el equipo a grabar. Tampoco he sido capaz de concretar algunas de las expectativas que fui haciendo en los días previos a mi llegada. ¿Causas? Muchas posibles, pero ninguna clara, ni suficiente… Será que estas cosas son así y no hay que darles más importancia. Con todo, he tenido, como cada año, la posibilidad de conocer gente interesante con quien conversar, de intercambiar experiencias y perspectivas, así que tampoco me puedo quejar.


Y eso que ya mi llegada coincidió con el taller de danza india impartido generosamente por Sharmini Tharmaratnam. Una inmersión en un mundo mágico de poesía en movimiento, de ritmos... También tuvimos la ocasión de charlar sobre Kathak, Flamenco, migraciones, intervención en el entorno... También me dejó una sensación de puerta abierta a un mundo por descubrir (para mi, almenos): la danza con sonidos ambientales…


Otro de los momentos importantes fue conocer, de la mano de Tomás-Luis, al arquitecto canario Jerónimo Padrón López. Mirando sus planos (dibujados y coloreados cuidadosamente a mano) uno se da cuenta de la genialidad de unas propuestas que seguirán siendo avanzadas dentro de medio siglo (o incluso más). Una lectura a algunos de sus proyectos como “Le Barrage de Pierrefitte” (al que presté especial atención por su dimensión acústica) o a los trabajos del Laboratorio de Acústica y Música Urbana (LAMU) de la Escuela Nacional Superior de Arquitectura Paris La Villette, así como a sus colaboraciones con Pierre Mariétan, o su interés por “el rumor” (como concepto sonoro) abundan en la idea de que el entorno sonoro sigue siendo uno de los aspectos peor tratados por la arquitectura en general y por la arquitectura española en particular. Como dice el maestro: “este es el país que tenemos”.


El tagoror, en la sala de Plenos del Ayuntamiento de Frontera, también fue muy positivo ya que, además de exponer la importancia del silencio como forma de contemplación del entorno sonoro, nos sirvió para que algunos asistentes explicaran sus memorias y sus recuerdos sonoros y nos contasen, entre otras cosas, cómo el canto del trabajo se podía escuchar desde muchos puntos del golfo, o cómo los sonidos del entorno ayudan a configurar una identidad particular.


Una visita frustrada a El Pozo de Las Calcosas y el infructuoso intento por conseguir permisos para grabar en las zonas protegidas de la isla (más por una mala interpretación mía que por cualquier otra causa), reforzaron la impresión de no tener las cosas de cara. Sin embargo, una visita al malogrado proyecto de “Las cascadas de mar”, un par de grabaciones de paseos por Frontera y Valverde,  los ejercicios del helicóptero contra incendios y muy especialmente la visita a la granja de Manuel y a un tubo volcánico en la zona del faro de Orchilla, junto a Janay (no me canso de agradecer sus inestimable aportaciones); me ayudaron a reconducir una sensación con la que también hay que convivir.


Y todo sin dejar de disfrutar de conversaciones interesantes con gentes no menos interesantes, (Sharmini, Jerónimo, también Marielita o los integrantes de la Fábrica de Cuentos de Cuenca, por nombrar algunos); sin dejar de disfrutar de la comida, del vino, del mar, del sol, de los pájaros, los lagartos; de paisajes impresionantes... Así que no fue tan mal.


No puedo dejar de agradecerle a Sabine, a Torsten y a Tomás-Luis por hacer realidad el festival y por el ambiente de creatividad y colaboración con el que envuelven todas las actividades.


Gracias a todos!!!

P#

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