El Charco Azul: rugidos y susurros atlánticos.

Llegar al Charco Azul no es complicado: se accede desde la HI-550, a la altura de Los Llanillos, por el "Camino de Jinama" que lleva hasta un aparcamiento desde la que se baja a pie. El camino que baja, bien acondicionado con pasamanos y suelo trabajado, es corto pero salva un desnivel considerable (sobre todo para gente con dificultades motrices). Para quienes no tiene problemas en bajar (y subir) es una gozada: a cada paso te sumerges o emerges (según bajes o subas) de una nube sonora con mil y un matices. Abajo, el conjunto abrupto y rocoso mezcla atemorizadores rugidos y delicados susurros.

Escuchar con auriculares y volumen medio

Pedro Montesinos.- perete.montesinos@gmail.com



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Ficha técnica:19-08-2012. 11:30 p.m.
Coordenadas:(lat./long.) 27,7620 /-18,0400
Orientación: Este Altura: Nivel del mar
Soleado, con viento suave. 28-32 ºC
Equipo: MarantzPDM660 / Audio TechicsST825 / Rycote WJ4


Comentario a la Grabación.


A la hora a la que hice la grabación la marea estaba más bien baja, lo que me permitió adentrarme por el muro lateral del charco hasta estar prácticamente rodeado de agua y envuelto de sonido. Allí predominan las frecuencias medias producto de las agitaciones que se producen en el agua superficial que empuja la corriente sobre una costas abrupta e irregular. Se produce como un siseo, casi permanente pero con fluctuaciones imprevisibles, sobre el que se van añadiendo, imprevisibles, algunos golpes más graves y gruesos al impactar las olas contra la primera línea de rocas que se encuentran en su camino. Se escuchan los golpes más cercanos pero también los que se producen a un lado y a otro, con lo que la intensidad sonora  que se puede alcanzar en este punto es importante.

(01:50) Con todo, también existen otros momentos, cuando caprichosamente coincide una suave y amplia resaca. En esos instante frágiles y delicados se pueden escuchar redondeadas salpicaduras o el discurrir del agua por los mil y un recovecos que ofrece este característico lugar. Es el contrapunto ideal, sutil y esquivo, al enmascaramiento que produce el movimiento constante del agua atlántica aquí y allá(03:15)

También podemos escuchar desde aquí el rugido grave y sordo que (06:15) recorre el fondo hasta romper en un, casi siempre, violento encuentro con el magma petrificado y que tras muchos años de confrontación ha ido perdiendo sus aristas más sobresalientes.

Y todo confundido en un totum revolutum cadencioso pero indeterminable de encuentros y desencuentros, de potentes masas de agua empujadas contra las rocas, de salpicaduras discretas o de resacas serpenteantes (09:35)

De fieros rugidos y amables susurros...

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-@pemonblas

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