Tamaduste I: La cara amable del océano

El Tamaduste es una pequeña localidad costera en la zona noreste de la isla. Para llegar desde Valverde tenemos que ir en dirección al Puerto de La Estaca, por la carretera Hi-2. En el cruce con la Hi-3, iremos en dirección al aeropuerto y entraremos por la Hi-20 que nos lleva hasta esta localidad que muchos vecinos de Valverde utilizan como lugar de veraneo durante las vacaciones. Allí, el paseo marítimo que hay en un lateral del entrante de mar es el lugar más frecuentado por los vecinos y por los visitantes.
Escuchar con auriculares y volumen medio

Pedro Montesinos.- perete.montesinos@gmail.com



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Ficha técnica: 25-08-2013. 16:30h. Coord.27.849139, -17.924946 
Altura 1m. Orient: noroeste Temp: 26-28ºC 
Equipo:MarantzPDM660/ ATST825/ RycoteWJ4



Comentario a la grabación

Esta es la parte más profunda del entrante y hasta aquí, sobre la plataforma de madera que lleva hasta el puente que cruza al otro lado, aunque la marea esté bastante alta como ahora, las corrientes llegan fraccionadas y dispersas, en trayectorias cambiantes; hasta chocar con las rocas que acotan la incursión del mar . Se produce así un movimiento casi constante de pequeñas olas, contraolas, pequeños remolinos, salpicaduras, choques, gotas de diferentes volúmenes y alturas… que chocan, saltan, van y vienen, acariciando y salpicando las cavidades de diferentes tamaños y formas que hay en las rocas, pero también en ocasiones alcanzan la parte de abajo de las madera de la pasarela…
(00:00) Los primeros instantes nos sitúan frente al mar… Un mar que llega hasta aquí manso y amable...  con olas suaves, de poco recorrido y chispeantes salpicaduras que refrescan esta nublada tarde.

(00:27) Las voces de los niños y niñas que juguetean en el agua se van colando lejanas, difuminadas e inconexas entre chapoteos y salpicaduras…
Evidentemente este no es este el punto desde donde escuchar la fuerza del océano, sino más bien todo lo contrario...Se trata de un importante entrante en la escarpada y árida costa herreña en el que, con la marea alta, los más jóvenes pueden acercarse al mar sin hacer frente a las corrientes atlánticas para bañarse, remar en canoa, bucear y pasar la tarde.
Con todo alguna ola parece querer seguir avanzando y empuja con relativa fuerza las olas. Así, se forman algunas crestas que rompen multiplicando sus salpicaduras que caen a plomo sobre otras olas.
(03:00) En ocasiones, algún rugido, distante y esquivo parece empujar el agua hasta las rocas, pero la variedad de las formas en las que el agua se hace perceptible al oído acaban  enmascarando el rumor oceánico. Los diferentes sonidos del agua van creando un ambiente tan inestable como previsible;  rico en sutilezas, matices caprichosos con los se que van conformando un tapiz sin estridencias ni irrupciones contundentes, sino que va creando un velo delicado y envolvente… que me absorve y me atrapa...

Una secuencia cíclica pero a la vez indeterminada, regular pero cambiante; que se inicia cada vez que la marea sube y que finaliza cuando el agua se retira de manera tan sutil como implacable.

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