Una limpieza molesta.

Aquella mañana, en la parte alta de Los Llanillos, la tranquilidad era total. Los únicos sonidos que llegaban hasta allí eran el suave rumor de algún coche distante, ladridos de perros casi inaudibles, algún canto de pájaro, algún golpe suelto de las casas próximas, las hojas mecidas suavemente por el viento... Se respiraba esa calma y ese sosiego habituales en la Pata la Yegua. Sin embargo, iba a asistir a una experiencia acústica molesta.
Limpìeza 01 (Escuchar con auriculares y volumen medio)
Limpìeza 02 (Escuchar con auriculares y volumen medio)

Pedro Montesinos.- perete.montesinos@gmail.com


Ficha técnica:Fecha: 22/08/2014. 11:30 h.
Coord.(lat/long): 27.75181/ -18.03621
Alt: 400m.Temp: 24-26ºC  Orient: este
Equipo:ZoomNH4/

Comentario a las grabaciones

Limpieza 01

Los primeros momentos son de sosiego y serenidad matinal, apenas salpicada por los ladridos distantes del un algún perro, es posible que algún pájaro o el rumor de las hojas al agitarse suavemente; un conjunto que dibuja un paisaje de plácida quietud.

(01:09) El petardeo distante del arranque de un motor de explosión irrumpe. A la vez que varios perros ladran como si hablasen entre ellos, mientras el motor parece alejarse... Sin embargo, reaparece y va desplazándose. Aunque se puede deducir que no es un coche, es de menor potencia, y tampoco parece una motocicleta porque no se desplaza de la misma manera…

La distancia hace que el rumor monótono no llegue a tapar otros sonidos más sutiles y que no llegue a ser molesto al oído. Incluso, en ocasiones parece que la propia vegetación que rodea la carretera atenúa la intensidad de ruido, como si al adentrarse el motor en la maleza, o alguna casa, impidiese la propagación directa de las ondas sonoras. El suave rugido del motor, en su lenta y progresiva, aunque desigual, aproximación alterna acelerones y paradas, de duración variable, acompañados por el ascenso y descenso de la frecuencia del pistoneo de la herramienta y del sonido que le acompaña desde el ralentí, grave y adormilado, hasta su máxima aceleración, aguda e hiperactiva; y viceversa. Se trata de una cortadora de hierba y arbustos, de las que utilizan para eliminar la vegetación que crece a los lados de la carretera.

(05:20 ) A cada momento se aprecia mejor secuencia de aceleración-relajación se repite y se repite pero nunca es exactamente igual. Ni en su duración, ni en la progresión de la aceleración. Aunque los finales sí son similares porque la deceleración casi siempre es igual. La imprevisibilidad de esas variaciones hace que la mente nunca pueda identificar un patrón de repetición como para poder apartar nuestra atención del mismo, por lo que permanecemos de una manera más o menos consciente tratando de identificar ese patrón que no existe… Porque los rugidos del motor dependen únicamente de la decisión del portador que manipula la cortadora que recorre, en su misión de acondicionamiento, la calle (llamada Pata la Yegua) que lleva a las últimas casas de este núcleo.

El operario que, en función de la maleza y los arbustos que se encuentra en su camino, intensifica o ralentiza, a golpe de gatillo, la velocidad de giro de las cuchillas con las que corta todo aquello que pueda molestar a la circulación o que puede ser susceptible de producir un incendio. Un operario que, expuesto a ese sonido de forma continuada en el tiempo, necesita, evidentemente, unos protectores para los oídos.

(06:39) Una segunda cortadora aparece, más alejada, en un momento en el que la primera máquina está al ralentí. Cada operario camina por un lado de la carretera y van avanzando a diferente ritmo...

(07:09) Las dos sierras se aproximan y, casi al unísono, aunque nunca coinciden del todo en la duración del tiempo de accionamiento del gatillo, continúan con su faena.

Así, mientras se va aproximando lentamente el inestable e imprevisible motor, comprobamos que la nube de sonidos que emana de la herramienta cortadora y se expande a su alrededor enmascara otros sonidos hasta monopolizar por completo la escucha. En su inestable y discontinuo rugir se pueden identificar desde vibraciones de la carcasa que protege al operario del motor, hasta el efecto de las cuchillas cortadoras sobre los tallos y ramas que se encuentra a su paso. Otras veces las cuchillas a penas recortan algunos flecos cuyos fragmentos salpican tanto la herramienta, como al propio operario.
(09:30) Finalmente los operarios llegan hasta mi posición.

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Limpieza 02

Las evoluciones de los operarios continúan, una vez superada la entrada a la casa, cortando las ramas y los tallos que pueden dificultar la visibilidad en la carretera, pero que también pueden convertirse en el mejor aliado para la propagación de un incendio. Y más en verano.

(00:30) La segunda máquina aparece en una parada de la más cercana… ahora van cambiadas la que va primera se escucha más alejada y la que antes estaba detrás ahora camufla y enmascara a la primera.

(03:03) En su evolución sobre el territorio, las curvas o los descensos muy marcados producen una cierta atenuación del rugir mecánico que llega hasta esta posición. La movilidad del operario también genera esas variaciones en la propagación del sonido que, a buen seguro, alcanza cualquier punto de los Llanillos.

(04:05) Hay veces que una de las dos máquinas se detiene y en ese momento se capta mejor la presencia de las dos herramientas, siempre en su progresivo alejamiento.

(06:10) Por un momento ambas herramientas coinciden en su parada y ambos ralentis se funden discretamente dejando una opción al silencio que vuelve a asomarse.

(06:30) Pero a los pocos segundos continúan con su inestable pero continuo rugir...

Con todo, de manera casi imperceptible, alguna hoja que arrastra por el suelo vuelve a hacerse audible, lo que indica que el enmascaramiento que produce el rugir de los motores empieza a remitir. Sin embargo, en la distancia, las dos cortadoras, aunque ya casi ni se diferencian, persisten en su presencia discreta pero notable, tenue pero insistente que, a pesar de la distancia, y como consecuencia de la ya prolongada exposición, capta la atención a la más mínima variación; siempre en busca del patrón inexistente.  

(09:50) El paso fugaz de un coche por la carretera que los operarios acaban de limpiar irrumpe con su aparición casi imprevista y, por unos segundos lo enmascara todo. Pero su paso fugaz deja tras de sí una estela de silencio en la que ya casi no se aprecian las cortadoras que han cedido el protagonismo al rumor de las hojas, algún pájaro, ladridos de perro o golpes dispersos procedentes de las casas más o menos próximas. O dicho de otra manera: a la tranquilidad y la calma habituales por aquí.
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Twitter: @pemonblas

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